To my dear sister unknown [Thalia]

Apoyado en el grueso tronco de un árbol y sentado en el mullido césped verde me puse a contar los días que llevaba aquí y, con rapidez, me di cuenta que los días no eran más que los dedos que tenía en una mano. Llevaba poco tiempo desde que había vuelto a la realidad, desde que había despertado de lo que sea que me había hecho dormir. Miré a lo lejos, entre las copas de los árboles: el cielo estaba despejado en todo su esplendor. El campamento me era un lugar agradable, posiblemente porque, al estar rodeado de naturaleza, me recordaba al área rural de mi querido país natal. Sonreí para mi a la vez que recordaba los buenos momentos que había vivido allá, sonreí recordando a mi madre... esa mujer delgada que siempre aparentaba menos edad de la que tenía, esa mujer de la que se había enamorado Zeus dándole vida a un semi-dios: yo. Pensar en mi padre también me hacía cuestionarme si mis medios hermanos estaban cerca, en el tiempo que viajé por el mundo no me encontré con ninguno, es mas, mi contacto con otros semi-dioses fue casi mínimo ya que me veía más rodeado de otros "seres mitológicos", como la hechicera que me había dado la posición para detenerme en el tiempo por una cierta cantidad de años, cuyo efecto ya había acabado.
No sabía qué hacer. Estaba aburrido. Ni siquiera podía ir a caminar por ahí con amigos porque no los tenía, no soy una persona esquiva, sólo que no he tenido la oportunidad de conocer gente acá. Apoyé mi cabeza en el árbol y cerré los ojos. Me quedé así por varios minutos, como esperando a que algo bueno ocurriera.

Cuando ya creía que nada pasaría hoy, cuando pensaba que este día sería igual de monótono como los anteriores sentí que alguien se acercaba hacia el sector en el que me encontraba. No me moví, ni siquiera me esforcé en abrir los ojos, seguramente sólo era alguien que pasaba caminando. Pero, por esta vez, estaba equivocado, los pasos parecían estar cada vez más cerca. Abrí uno de mis ojos y pude notar a una muchacha de cabello alborotado y pantalones rasgados a más no poder, la desconocida se sentó unos metros más allá con audífonos en sus oídos. Esa era una buena idea, podría haber traído mi reproductor de música para pasar el rato.
Le miré disimuladamente en rostro y me sentí atraído, no de forma amorosa, sino porque me resultaba familiar de cierta forma, pero no se me venía a la cabeza la razón de esa familiaridad... ¿a quién se parece? No lo sé, sólo me quedé mirándola.

La muchacha me pilló mirándole el rostro, lo que hizo que se pusiera de pie y me encarara sin duda alguna. La miré a los ojos dándome aún más la sensación de que me era familiar.
-Disuclpa si te molesté. Lo siento, la verdad. Lo que ocurre es que tu rostro me recuerda al de alguien, pero no estoy seguro de a quién-le dije a modo de respuesta.
Lucía bastante joven, no parecía aparentar más allá de los 13-15 años. Tenía el cabello largo y oscuro, el que hacía resaltar los grandes y azules orbes que poseía. Sí, bastante azules e intrigantes... me recordaban al rayo de mi padre.
...
Esperen. ¿Al rayo de mi padre? Volví a fijar m atención en su rostro y pude recordar porqué me era de alguna forma familiar, algo en su cara era de mi padre, de Zeus, del Rey del Olimpo. Sentí como algo se avivaba en mi interior, ¿acaso acababa de conocer a uno de mis medios hermanos? Si era así sería maravilloso, nada mejor que conocer a un familiar como la primera persona conocida (valga la redundancia) en el campamento. De todas formas me callé y esperé alguna reacción por parte de ella, aunque sea un desprecio, para poder confirmar un poco más mi hipótesis.

La chica de ojos claros parecía estar completamente a la defensiva, lo que me parecía sumamente extraño ya que no me consideraba una persona que resultara intimidante o algo por el estilo.
-No estoy diciendo que tu rostro sea cien por ciento similar al de alguien, sino que algunos pequeños rasgos me "suenan"-le expliqué frunciendo un poco el ceño a la vez que la apuntaba con mi dedo índice sin moverme del piso. El césped estaba cómodo y no tenía ni la más mínima intención se correrme de ahí.
Continué mirando a la chica con curiosidad esperando su siguiente movimiento. Parecía ser una muchacha un tanto estratega, pero no tanto como para ser una hija de Atena. ¿Abré acertado en mi unión de similitudes faciales? Bueno, nada pierdo con preguntarle para corroborar mi tesis.
-¿Eres hija de Zeus?-solté sin inmutarme.

La muchachita acomodó su cuerpo de forma que todo en ella daba aires de superioridad, no pude evitar dibujar una sonrisa en mis labios al recordar a mi padre, quien se ponía así cuando se molestaba por algo o se amurraba.
Y, finalmente, toda mi suposición se marcó con un enorme tic, como si me hubiera sacado un sobresaliente en una difícil prueba de física cuántica. Fijé mis ojos en ella y sin quererlo la miré con un poco más de calidez, ese cariño que siente un hermano mayor por su hermanita enojona.
-Mi nombre es Donghae Lee. Hijo de Zeus, hermana...-le respondí con cariño a la vez que me ponía de pie y le estiraba la mano para que la apretara a modo de saludo. Si fuera por mí la abrazaría porque ya había encontrado a un semi-hermano, pero por la actitud que había demostrado Thalia era mejor guardarse esas cosas de "oppa".

Con un movimiento rápido de mano tomé la otra extremidad de la muchacha la cual intentaba asfixiarme. Le apreté la muñeca y la miré con reproche frunciendo el ceño.
-¿Cuál es la idea de tratar a la gente así, ah?-le pregunté bastante enfadado-. Si eres así te quedarás sola el resto de tu vida.
Eso era verdad una muchacha tan agresiva como ella debía atenerse a su destino, si no cambiaba aunque sea en un solo grado corría el riesgo de quedarse sola y ser odiada por más de la mitad del mundo. Luego solté sus muñecas de golpe sin parar de mirarla con reproche. Suspiré.
-Entiendo que te parezca extraño que aparezca un medio hermano a estas alturas de tu vida, lo comprendo. Pero yo soy mucho más viejo que tú. Nací antes de que se instaurara la ley de los hijos de los dioses... Estuve perdido por muchos años y quise volver ahora-le expliqué mirándola atento en caso de cualquier reacción por parte de ella.

Respiré un poco más tranquilo ahora que la chica se había calmado, en su expresión facial podía notar cómo iba asimilando cada una de las palabras que había pronunciado, podía casi escuchar cómo su cerebro comenzaba a hacer click. Supuse que tenía la duda de cómo me mantuve joven así que lo dije:
-Calipso me apresó por mucho tiempo. Con el paso de los años logré ganarme su confianza de modo que me dejó salir y me fugué como si nada. Sé que ella no está molesta, sabe que en sí soy un espíritu libre aunque en un inicio le parecía lo peor. Pero bueno, soy un chico que no cambia porque a los demás no les gusta mi forma de ser-dije alzando las cejas y revolviendo un poco mi cabello.
Volví a mirar al chica que miraba la lejanía juntando y juntando ideas. Estiré mi brazo y dejé mi palma hacia arriba y dejé que miles y miles de rayos comenzaran a envolver mi mano de vez en cuando, cada fracción de segundo, como pequeños relámpagos.

Como lo supuse, demostrar un poco con mis poderes que era hijo de Zeus serviría bastante. La muchacha se acercó a mi mano con curiosidad, casi como una niña pequeña que ve por primera vez algún objeto maravilloso; pasó su mano cerca de mis dedos haciendo que mis rayos se dirigieran hacia su piel, no sabía que eso pasaba... tampoco pude evitar sonreír y sentirme feliz de cierto punto. Posteriormente mi media hermana se enderezó y retomó la compostura, guardó la daga y me estiró la mano.
-Y lo repito: Soy Donghae Lee, hijo de Zeus. Un gusto, Thalia-dije presionando su mano con la mía a modo de saludo. El nombre Thalia me agradaba, sí, un buen nombre para la media hermana ruda que me vengo a encontrar-. Y... ¿cuánto tiempo llevas en el campamento?-le pregunté para así continuar una conversación lo más normal y calmada posible, no tenía planeado que se me lanzaran encima con su daga de nuevo.

Thalia contestó vacilante a mi pregunta, como si hubiera algo detrás de todo eso, una historia o alguna espina que se le clavaba a carne viva. La miré por unos segundos al mismo tiempo que me mordía el labio, se notaba incómoda con el tema.
-No te gusta hablar del tema...-dije, no fue una pregunta, fue una afirmación-. Yo llevo con suerte un mes acá. Estuve antes, hace unos años atrás, pero casi todo a cambiado, de modo que tengo que comenzar de cero...-le comenté para desviarla un poquito. Después mi cerebro trabajó a gran velocidad para formular la siguiente pregunta... Thalia parecía ser una chica fuerte, por lo que debería de tener sus cualidades en batalla-. ¿Y cómo eres en batalla? ¿Buena? ¿Una amenaza?-pregunté mirándola con una sonrisa para que se sintiese un poco más cómoda.

Asentí sorprendido cuando Thalia mencionó que era el terror del campamento, y una escondida parte de mi se sintió de cierta forma orgulloso. Me mordí el labio a la vez que me acomodaba en el piso y miraba a la distancia.
-Sólo espero que si alguna vez llegamos a luchar le des un poco de ventaja a tu anciano hermano-dije agregando lo de "anciano hermano" con voz de abuelito desvalido, porsteriormente no pude aguantar el hecho de soltar una sonrisa.
Si bien nuestro inicio de la conversación no fue de lo mejor y no era para nada recomendable, me sentía realmente tranquilo entablando una charla serena y sin dagas a la vista. La miré para ver si reaccionaba ante mi comentario de "anciano hermano", por último una leve sonrisa.
-¿Lo harás?-pregunté reiterando lo de la ventaja.