No. No lo sé y no me importaría saberlo. (Sky)

Resulta fácil prejuzgar y juzgar. Hablar sobre los otros y criticarlos, pero lo más difícil es auto-criticarte. Sobretodo si tienes demasiado orgullo, pero esta vez reconozco que fue mi error. No debí haberme rendido y haber corrido hacia la colina, haber dejado a mi madre y a mi mejor amigo tirados en el pasto muriendo lenta y dolorosamente rendidos a los pies de un sabueso del Diablo. Tenía lágrimas en los ojos, el delineado negro de mis ojos ahora estaba cayendo junto con mi lágrimas por mis mejillas que se encontraban ahora un poco teñidas de negro. La impotencia de no haber hecho nada porque no sabía como era lo peor de todo, pero lo único que fui capaz de jurarme fue nunca más volver a pasar por eso. Jamás tener que rendirme y escapar por no saber como vencer a algo o alguien. Por suerte William Hale, mi mejor amigo ahora fallecido, me había explicado bien las cosas del campamento. No me interesaba ir hacia allá, pero por otro lado tampoco me importaba volver a casa... Allí ya no encontraría a mi madre.

Lo único que me dedicaría a hacer desde ahora en adelante sería entrenar. Me superaría en todo lo que me fuera posible, daría mi máximo y superaría a todos y a mis ahora denominados límites. Quería descubrir mis poderes, pero sola. No quería ver ni hablarle a nadie. Esperaba ahora no tener que encontrarme con alguien pero ya me temía que sí. De pronto me hice a mi misma dos preguntas, ¿Cómo andan mi hermanastra mortal Rebeca y Jorge, mi padrastro? ¿Tenía idea que era de ellos? No. No lo sé y no me importaría saberlo.

Una chica se me acercó. No sabía bien si era o no era una semidiosa, pero al verla volar, supe que sí, sí lo era, pero no me importaba de todos modos. Ella me puso su mano en mi hombro, y me preguntó qué pasaba y en qué podía ayudarme. Suspiré por lo bajo, mientras ella se presentaba.
Sky, dijo llamarse. Era un lindo nombre, pero un detalle irrelevante.

¿Podrías traer de vuelta a mi madre y a mi mejor amigo que acaban de morir? Le pregunté con tono de indiferencia y disgusto. Hice una pausa para luego mirar a la chica rubia. Entonces no, no puedes ayudarme. Giré mi vista, mirando para hacia abajo de la colina, como si allí podría ver a mis seres queridos que recién habían muerto.

Me dejé llevar por la chica, aunque tal vez no quisiera ir con ella del todo. Probablemente a ella le habían ofendido mis palabras, porque sonaban con mucho desprecio, y tal vez sí, tenía razón. Y no era porque me importara caminar, sino porque no quería entrar a ese campamento. No quería, pero de todos modos la seguí. Ella me dijo que alguien me podía ayudar a traerlos de vuelta, pero yo sabía mejor.
A ninguno de los dos les gustaría. Y cuando se trae a un muerto... Vuelven distintos a como eran. Como si estuviesen trastornados. El trayecto fue corto, desde donde estaba hasta entrar al campamento y encontrarse a algunas personas.

Algunos estaban reparando cosas, otros entrenando con espadas, otros tirando al arco, arreglando sus cabañas, creando botes, etcétera. El campamento no lucían tan mal, pero supe apenas puse un pie ahí adentro, que no sería fácil adaptarme.

Suspiré por lo bajo, mientras seguía afirmando la mano de la chica.

La chica me hizo sonreír. Ellos no querrán. Aunque odie decirlo... Tengo que superarlo. Derramé una lágrima, que no me demoré en secar. Le sonreí con ternura, Gracias, Sky. De verdad gracias, pero no hay nada más por hacer. Ellos murieron, por mi culpa y ya está. Además que una vez había hablado con una mestiza que me contó sobre cuando ella intentó resucitar a un hermano. Lo consiguió, pero finalmente la chica tuvo que matarlo de vuelta. Él no quería estar vivo de vuelta, pasar por el dolor de matar a quién necesitas, no sonaba apetitivo, así que prefería pasar.

Era tentadora la oferta de poder comunicarme con ellos, pero a la vez sería desenterrar un pasado que ya tendría que comenzar a enterrar definitivamente. Al decir estas palabras me sentía verdaderamente egoísta, pero no sólo lo hacía por mí, sino porque quiénes me comenzarían a rodear, no les agradaría verme muerta en vida, se hartarían como yo misma me hartaría de estar así. Supongo que tampoco me lo merecía, yo los amaba por sobre todas las cosas, jamás habría querido que les pasara algo, sí, no lo niego, fue mi culpa, pero fue sin intención de verlos morir del modo en el que lo hice.

Caminamos alrededor del campamento. ¿Te resultaría muy tedioso mostrarme el campamento? Digo, me gustaría comenzar a saber como funcionan aquí las cosas. Esbocé una sonrisa mientras con la chica seguíamos caminando.

No prestaba demasiada atención, pero así era bueno para distraerme y conocer el campamento. Sky me relataba un poco de lo que se hacía en cada lugar, y a veces me iba contando historias que habían sucedido en ciertos lugares del campamento. Las historias eran en las que mejor me lograba concentrar, me sumergía en ellas, y cuando ella hacía por más que fuera un breve relato, casi podía sentir que estaba allí cuando habían ocurrido esos sucesos. No fueron muchos, pero disfruté cada una de las palabras que se sumaban hasta convertirse en uniones de toda una historia a contar. Las historias siempre me han fascinado, me alejan los problemas, con la dulce voz de Sky, fue más fácil poder desconectarme un momento.

Ya veo... Era lo que comentaba de vez en cuando mientras ella iba hablando. La chica era muy dulce, muy linda y muy poco invasiva. No andaba preguntándome cómo habían muerto sino que intentaba hacerme olvidar de aquello, que era lo mejor que podía pedir, no tener que hablar de eso, no tener que sentirme incómoda allí, explicando lo que pasó.

Seguimos recorriendo el campamento hasta que terminamos, ¿Tú entrenas para batallas? Le pregunté, casi sonriendo. Yo ya me animaba a entrenar, no sabía que había de ella.