¿Puedes ayudarme? [Atenea]

La caía había sido de las peores sensaciones que había sentido en mi vida. Aquella acumulación de adrenalina en el cuerpo hacía que me comenzara a doler la cabeza. ¿Qué me había pasado al saltar por ese precipicio?.
Lo ultimo que recordaba, es que había enterrado mi cuchillo en esa mantícora, y al caer, la había soltado y me había golpeado la cabeza al caer.
Alguien me había llevado a este lugar tan conocido para mí, el lugar que de pequeña había construido con Thalia y Luke, sin duda, me encontraba en uno de nuestros escondites.
No sabría bien decir quien me trajo a este lugar, pero rogaba a todos los sagrados dioses del olimpo que no fuera Luke, no quería verlo, aunque sabía que el estaba detrás de todo esto, detrás de la mantícora y detrás de lo que me iba a hacer.

Me senté en el piso del lugar, mientras timaba mis rodillas entre mis manos, tratando de cobijarme, sintiendo un poco de sangre recorrer mi cuerpo, de los hombros a las rodillas, pero el dolor casi no se sentía.
Mi cuchillo, aún se encontraba entre mi brazo izquierdo, enterrado, provocando que al moverme me sangrara más.

Tenía la esperanza que Hermes viniera a ayudarme, que me llevara y me ayudara a encontrar el camino, que me curara y se fuera, pero no todo era fácil, y mucho menos para nosotros los hijos de Athena.

Mi madre…. Pensé, mientras suspiraba con cierto aire de soledad.

Escuché un ruido, uno cálido y perfecto, como si alguien intentara hacer el mejor sonido para abrir y cerrar la puerta, no sabía quien era, pero de algo estaba segura, no podría aguantar una pelea más.

Estaba débil, pero jamás sería tonta, sabía que mi madre vendría a mi, sabía que no podría dejar morir a una hija suya por más recta y segura que fuera, al principio comencé a delirar, escuchaba al principio gritos llamándome, escuchaba a los semi-dioses gritar mi nombre, lo que más me preocupaba es que ellos tuvieran que enfrentarse contra más monstruos y mi caída fuera una mala jugada.

Sentí la presencia de alguien, mis ojos se me habían cerrado lentamente, pero podía sentir a alguien llegar, era genial tener a alguien que no fuera un monstruo e intentara atacarme.

Al principio no capté lo que quería decir su palabra, pero después lo capté, era mi madre, había escuchado mi llamado, tenía a mi madre aquí conmigo ayudándome, como nunca lo había estado. Me alegraba la idea de no ser una hija desapercibida para ella, era muy alentador tenerla conmigo y la manera en la que pronuncio la palabra “hija” me hizo tener fuerzas para abrir los ojos y mirarla.

La mirada de ella me sorprendió, no podía creer el parecido que tenía con la mía, su figura materna era muy recta y segura, no me imaginaba a mi madre haciendo un movimiento en falso, se veía la clase de diosa que sabe como hacerlo y como va a acabar.

-Madre…- dije lentamente mirándola aún.