Buscando un compañero para entrenar [Loucie]

Desperté como todos los días en la Cabaña #3. Ignoré a mis hermanos, creo que tenía hermanos y entonces salí apenas estuve lista de mi cabaña. Como todos los días, venía a entrenar. Había estado subiendo bastante mi intensidad de entrenamientos, ya no podía esperar más a conocer todos mis poderes y desarrollarlos al máximo, pero eso sólo lograría con entrenamiento. Hoy día no fui a la arena, habían campistas ahí, pero con los que ya me había tocado entrenar. Me dirigí a los Ríos. Llegué allí lentamente, el día de hoy me hacía caminar algo más vaga, mirar mucho más el paisaje, cosa que era algo rara, nunca me había importado la naturaleza, sólo lo que tuviera que ver con mi madre, William H. Y mis poderes.

Me gustaría hablar con mi padre, Poseidón, el dios de los Mares, quería explicaciones, no quería ser su preferida, no me interesaba ser una chica reconocida como 'la hija de Poseidón', sólo quería ser yo, olvidando mi Ascendencia. Quería luchar en las guerras, aún no sé bien si a favor de los Dioses o no, aquello se vería en cuánto a la actitud orgullosa en qué nivel ellos tomaran. Aunque si son lo suficientemente listos, sabrían que no les convendría ser enemigos míos. En el río no había nadie, a excepción por una chica. Lucía llena de vida, feliz, ¿de quién sería hija? Tal vez incluso hermana mía. Difícil de saber, pero no me importaba... Mientras ella también se animara a un entrenamiento sin juegos sucios, bien por mí, con aquello bastaba y sobraba.

- Buen día - Saludé por lo bajo. Estaba cabizbaja pero entonces alcé la vista y miré a la muchacha - Me llamo Loucie Mongiello, descendiente de Poseidón. - Quería ir al grano, saltar las presentaciones y todo aquello, pero ¡protocolo! Era molesto. Intenté ignorarlo y tener paciencia. Me mordí un labio. Me mostré inexpresiva, como de costumbre, nunca sonreí, pero antes de que mi madre y mejor amigo fallecieran al menos lucía regularmente viva. Ahora de verdad había perdido aquella 'vida' que antes alguna vez tuve, lo que ahora era mi pasado, una muerta en vida, tal vez es chocante que yo misma lo diga, pero ya está fuera de importarme.

Esperaba que la muchacha también quisiera entrenar, pero probablemente se daría cuenta de que éso era lo que yo quería hacer, era lo que todos queríamos hacer si teníamos realmente un incentivo... Pero más que nada, porque al presentarnos en seguida, es la introducción a la que será o bien una batalla de una guerra, o un entrenamiento para una guerra.

Al parecer la muchacha ya había estado entrenando, o más bien calentando para comenzar a entrenar, fue entonces cuando me di cuenta de que ya había encontrado a mi compañera de entrenamiento para la primera pelea del día de hoy. Una hija de Apolo, la escuché, y a sus palabras asentí sin mover mucho mi rostro, sin hacer mayor expresión. Estreché la mano de la muchacha. Los hijos de Apolo tienen la ventaja de que su padre sea el Dios de muchas cosas, tienen un nivel de talento proporcionado en cada cosa, pero en muchas a la vez. El gusto es mío, Allison. Al parecer a ella no le gustaba mucho que la llamaran por su nombre completo, pero ése era su nombre ¿no? No creo que la molestaría demasiado, además que lucía muy alegre, no creía que simplemente llamarla 'Allison' la ahuyentaría, no estaba tratando con una hija de Afrodita después de todo.

Tal vez alguien confundiría mis palabras con ser cortés, para mí no era ser cortés, para mí era decir la realidad sin decoraciones, ni desventajas, la pura verdad. Siempre he sido sincera, choqué siempre con los hipócritas, halagándote en la cara y detrás criticándote, dos caras, sólo unos cobardes, por eso siempre fui sincera... Suelo no opinar sobre algo ajeno si no me lo preguntan, pero cuando lo hacen doy mi opinión sincera, cosa que siempre me ha dado problemas con esa gente que si no está todo bien, eres una grosera maleducada.

'¿Te gusta mi avioneta?' Luce muy básica, el motor está mal construído. 'Eres una grosera, ¡me estás faltando el respeto!' ¿Faltar el respeto por decir la verdad? Pff, por favor.

Miré nuevamente a la chica, nuestros cabellos se agitaban con perfección en el aire, ahí elevados producido por el viento. ¿Te animarías a un entrenamiento? - Le ofrecí sin darle mayor vuelta. Yo en el campamento no estaba para hacer vida social, conversar de las nubes o del chico más lindo, estaba para entrenar, para ser cada día mejor.